Madrugada del 1 al 2 de noviembre de 1975. En un inhóspito descampado rodeado de chabolas cercano al puerto de Ostia aparece el cuerpo masacrado de uno de los más lúcidos intelectuales del siglo xx. Con el telón de fondo político de «la estrategia de la tensión» de los años 1960-1970, los «años de plomo», Pasolini exhumaba, como un arqueólogo, verdades enterradas, verdades duras, verdades peligrosas. Consciente de ese peligro, dejaba pistas: cartas, llamadas, artículos, y se aislaba para proteger a sus amigos. Simona Zecchi investiga y demuestra que su asesinato fue «tribal», pactado, y ejecutado por jóvenes delincuentes manipulados.