Pan, el dios-cabra, el dios peludo, fálico y errante que persigue a las ninfas para poseerlas, es la divinidad que representa a la naturaleza como fuerza generadora primigenia, al mismo tiempo que encarna en lo humano nuestro instinto más natural y más oscuro. Allí donde surge el deseo libidinoso o el desenfreno sexual más extremo, Pan se halla presente; pero también lo está en la otra cara del instinto: el pánico. Cuando el alma se encuentra poseída por el pánico, Pan se revela a sí mismo a través de la sabiduría de la naturaleza, ya que el instinto nos devuelve al instinto; y así, la pesadilla nos ofrece la llave para una nueva aproximación a la naturaleza perdida, pues en la pesadilla regresa la naturaleza reprimida.
«El gran Pan ha muerto», anunció Plutarco hace siglos, y desde entonces la naturaleza ya no nos habla, o acaso ya no podemos escucharla. Para Hillman, sin embargo, Pan no ha muerto, sino que sigue viviendo en todo lo reprimido que retorna a nosotros en cada psicopatología del instinto: la violación, la masturbación, los terrores nocturnos o cualquier pulsión natural que nos aparte de nuestros hábitos civilizados. Desde esta perspectiva psicológica, Grecia ya no es algo arqueológico; permanece en nosotros como un paisaje interno cuyas realidades míticas intemporales nos muestran lo que ocurre cada día en nuestra realidad psíquica.
La segunda parte de este libro incluye la traducción completa de un magistral tratado mítico-patológico de Wilhelm Roscher, titulado Los demonios de la noche. Para Hillman constituye el estudio psicológico más completo y radical que existe sobre este dios griego. más completo y radical que existe sobre este dios griego.